El
tipo de comercio e industria de un pueblo en una época dada, son un
reflejo de sus demandas y producciones y por ende de su vida
cotidiana. Estos eran los comercios en l’Alcora según una relación
de los contribuyente por Contribución Industrial en 1903.
Del
vestido y ajuar.
En
la relación citada figuran tres establecimientos dedicados a la
venta de tejidos, cuyos titulares son Francisco Salvia, Vicente
Miravet, Cristóbal Badenes, los dos primeros domiciliados en la
plaza Loreto y el tercero en la calle del mismo nombre, (en tercer
establecimiento ha estado activo hasta hace pocos años), la cuota a
pagar era 148 pesetas, la mayor de la relación. A parte de estos
comercios existían tres paqueterías domiciliadas en calle San
Vicente, Vall y Plaza San Roque su cuota era de 66 pesetas,
importante dentro de la escala. La importancia de estos comercios se
desprende de las cuota a pagar, hay que tener en cuenta que en la
época todos los vestidos que se usaban eran confeccionados a mano, a
si como el ajuar.
De
la alimentación.
En
la relación figura una tienda de ultramarinos, José Nacher Bou,
domiciliada en calle Horno Nuevo (activa hasta últimos del siglo XX)
la cuota era de 66 pts., una de venta al pormenor de carnes en la
misma calle con una cuota de 40 pesetas y cuatro nominadas como
abacerías, P. Loreto, C. Puntapie, P. San Roque y C, Calvario. La
distinción entre tienda de ultramarinos y abacería debería ser
relevante pues la abacerías solo soportaban una cuota de 25 pts. Hay
que notar la existencia de una sola carnicería, el consumo de carnes
y productos de procedencia animal, se limitaban, salvo escasas
excepciones, al autoconsumo de producción propia, sobre todo huevos,
conejos y derivados de cerdo, procedente de las matanzas. Tenemos
constancia de un importante consumo de salazones sobre todo sardinas
y bacalao, que se vendían en las tiendas de ultramarinos y
abacerías. Figuran dos lecherías, una en calle Moros y la otra en
calle Calvario, con una cuota de 18 pesetas. Aunque no pertenezca a
este apartado reseñamos aquí, la existencia de un comercio de venta
y producción de jabón, sito en la calle Agua, con una cuota de 20
pesetas y una “prensa para cera a mano” en calle Mayor con una
cuota de 19,50 pesetas.
El
pan.
Existían
cuatro comercios dedicados a la venta de harina al por menor, con una
cuota de 40 pesetas. En relación al resto de comercios, su numero
parece elevado, esto nos revela una de las características
especiales de l'Alcora, donde la población sin tierra era importante
debido a la cerámica. En cuanto a panaderos solo se reseñan dos,
domiciliados en la Plaza Loreto, con una insignificante cuota de 13
pesetas, la gente debía de elaborar su pan. En cuanto a “hornos
para cocer pan con “retribución sin venta”, se reseñan nueve
con una cuota de 6 peseta. Si se estudia el nombre de los titulares
se constata que todos son grandes propietarios agrícolas, por lo que
suponemos que encenderían el horno unos días señalados de la
semana para cocer su pan y el de sus mas allegados o dependientes, a
parte del que se cocería por particulares en los hornos de los
panaderos. (Los titulares de las panaderías eran Pedro Albero
Benlliure y Salvador Castan Moya). Molino harinero solo figura uno de
una muela y menos de tres meses de disponibilidad de agua, domicilio
Molino Lorenzo?, titular Vicente Cervera, cuota 6,5 pesetas. Tenemos
constancia de la existencia de al menos de 6 molinos mas, el no
figurar en la relación podría deberse a que contribuirían con un
impuesto diferente. Tampoco figuran molinos de aceite.
Ocio.
Lo
primero que aparece en la relación es un “Café con el precio de
la taza que no excede de 20 cm.” sito en la Calle Mayor con una
cuota de 40 pesetas, cuatro tabernas con una cuota de 39 pesetas, dos
en calle San Francisco, una en calle Vall y otra en calle Alegria,
tres “cafés económicos” con cuota de 20 pesetas, calle Loreto,
San Vicente y Plaza Sangre, y un “parador”, se refería al hostal
de la calle San Francisco, con una cuota de 25 pesetas, titular
Vicente Granell Gomis. Había una amplia oferta, sobre todos para los
hombres (habitual en la época), para matar el escaso tiempo de ocio
que se disponía, donde el vino y aguardiente de la tierra eran el
primer consumo.
Del
aguardiente.
El
título de este apartado es una licencia que nos permitimos para
enlazarlo con el anterior, aunque sabemos que el consumo y la
producción de aguardiente o alcohol en l' Alcora no guardan ninguna
relación. La producción de alcohol tanto en nuestra población como
en otras de la provincia, fue muy importante al principio de siglo
XX, los excedentes de vino producidos al cerrarse el mercado francés
al superar éste la crisis de la filoxera, fueron cuantiosos en
nuestra zona, por lo que una salida de los mismo, fue la destilación,
en l'Alcora se localizaban tres destilerías, la de Miguel Vidal sita
en la plaza San Roque con un alambique de 295 litros, cuota 54
pesetas, la de Joaquin Beltran Gil sita en Araia con un alambique de
200, cuota 36 pesetas, y la de Vicente Ramós Paús con un alambique
de 800 litros con una cuota de 144 pesetas sita en calle Agua.
La
destilería de Miguel Vidal es la predecesora de la actual
“Destilerías Miguel Vidal”, domiciliada en Almazora.
Las
comunicaciones:
Al
principio del siglo XX el viajar, aunque fuera a un lugar inmediato,
seguía siendo una aventura, se encontraban personas que no habían
salido nunca de su pueblo, los viajes se realizaban a pie, en
caballerías o en las diligencias que ofrecían un itinerario regular
y concreto, en l'Alcora existían dos negocios de diligencias, la
nomenclatura de uno de ellos en la relación es “Empresario de
diligencia 3 caballerías 16 kilómetros” con una cuota de 107
pesetas y la otra “Empresario de diligencia 2 caballerías 8
kilómetros” con 66 pesetas de cuota, según la nomenclatura se
supone que uno cubriría la ruta de Castellón y el otro la de Lucena
o Onda, aunque la distancia sea en los dos casos mas larga. (la ruta
a Castellón estaba cubierta por el primer empresario que figura en
la relación, Antonio Catalán Vea, según transmisión oral de una
persona mayor, en los años 50 del siglo XX).
El
control de las transacciones.
El
control de pesos y medidas estaba regulado por ley, los ayuntamientos
subastaban el servicio que cumplían personas particulares de
conocida solvencia y honradez, estos disponían de los instrumentos
para pesar y medir debidamente comprobados. En las compraventas
habituales de cereales, algarrobas, aceite, vino etc. eran requeridos
para realizar las pesadas o mediciones, devengando unos honorarios
que previamente había fijado el Ayuntamiento en el pliego de
subasta, para la concesión de servicio. En la relación aparecen dos
arrendatarios del servicio en el epígrafe el primero esta catalogado
como arrendador por 6,011 pesetas y el otro por 7000,17, (suponemos
que se refiere a los avales aportados) con una cuota de 34,07 y 42
pesetas respectivamente, los titulares del servicio eran Manuel
Aicart Arquer y Cristóbal Carnicer Paús.
Sanidad.
Tenemos constancia de al menos la existencia de dos médicos en la
villa, estos no figuran en la presente relación porque tributaban
por medio de un impuesto especial. Sin embargo el resto del personal
sanitario si que figura, así tenemos dos farmacéuticos, con una
cuota de 56 pesetas, D. Enrique Grangel Girona y D. Cristóbal Pardo
Bujados, ambos en la Plaza Loreto, tres practicantes D. Pio Belles,
D. Vicente Branchadell y D. Sinforoso Cifre, con una cuota de 29
pesetas y dos veterinarios D. Francisco Tomas y D. Manuel Palomo con
una cuota de 38 pesetas. La profesión de practicante seguía ligada
a la de barbero, tenemos constancia de que D. Sinforoso Cifre, con
establecimiento en la calle Vall, a parte de practicante, era también
barbero.
Profesiones administrativas.
En la relación figura un notario D. Francisco Gascó Blanch, con una
cuota de 99 pesetas, y un secretario judicial con una cuota de 22
pesetas, domiciliado en calle de los Moros, del que no consta su
nombre.
En una población eminentemente agrícola, eran importantes las
profesiones dedicadas a confeccionar y reparar utensilios y
herramientas, utilizados en los trabajos del campo, así tenemos en
la relación cuatro basteros albarderos, profesión que se dedicaba
sobre todo a la confección de aparejos para las caballerías , cinco
herreros, que a parte de confeccionar las herraduras y herrar las
caballerías, producían todo tipo de herramientas como azadas, rejas
o los complejos arados de vertedera, y un carretero. También figuran
cinco carpinteros y un hojalatero. Todos con una cuota de 18 pesetas.
La población estaba surtida de un buen numero de profesionales que
cubrían todas las demandas de aquel tiempo. En las herramientas y
utensilios que han perdurado olvidados en desvanes y cuadras de
viejas viviendas, se aprecia una exquisita fractura que nos transmite
el buen gusto y conocimientos de estos profesionales.
El barro.
Se ha dejado para el final el elemento característico de l'Alcora,
que marcó la diferencia con el entorno. En la relación figura una
“Fábrica de loza fina blanca o pintada con un horno de 50 m. de
capacidad” situada en calle la Fábrica, nuestra duda es si se
trataba de la Fábrica Gran, su titular es D. Gregorio Domínguez
Madrigal. Conocidos son los tejemanejes de D. Cristóbal Aicart en el
asunto de la Fábrica, en esta época todavía estaba embargada por
la Junta Provincia de Beneficencia de Madrid. Según la relación,
solo podemos constatar la existencia de una fábrica de loza con la
descripción reseñada, tenia asignada una cuota de 84 pesetas.
Figuran dos fabricas de tinajas, titulares Juan Aicart y Cristóbal
Badenes con una cuota de 38 pesetas, dos de tejas Cristóbal Nondedeu
Negre con un horno de 5 0 m³ sita en calle San Fernando
con una cuota de 28 pesetas, y Manuel Redolat Peris sita en calle
Horno Nuevo, con un horno de 40m3 y una cuota de 22, 40
pesetas respectivamente. De fábricas de azulejo solo figura la de
Sanchis y Compañía, sita en calle Martinet, con un horno y una cuota
de 84 pesetas.
Conclusión.
Un estudio detallado de actividades “industriales” en l'Alcora en
1903, nos muestra una población que disponía de todos los servicios
normales para la época, a parte de ayudarnos a vislumbrar como seria
la vida de su población, también podemos constatar la escasa
presencia del sector cerámico, lo que nos rebela que era la
agricultura el sector predominante, confirmado por la existencia de
las destiladoras y el alto numero de profesionales dedicados a la
manufactura de utensilios y herramientas para la misma. El numero
desproporcionando de los comercios de venta de harina nos da ha
entender de la presencia de un gran numero de jornaleros bien en la
industria o en la agricultura, y también de pequeños propietarios
con tierra insuficiente para producir el suficiente trigo para el
autoconsumo.
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