La puesta en funcionamiento en la
villa de l’Alcora de la Real Fábrica de Loza Porcelana del Conde de Aranda en
el año 1727, trajo a la población una nutrida y variada cantidad de gentes
procedentes de los más variado lugares en los que existía una producción
ceramista.
La convivencia entre estas gentes no
debió de ser fácil, las segundas
ordenanzas de la Fábrica, otorgadas por Conde de Aranda en el año 1749, están
redactadas en forma que parece que su principales objetivos, eran el mantenimiento del orden, clarificar
las funciones que debían de ejercer cada uno de sus operarios, así como regular
las relaciones entre ellos.
En la citadas Ordenanzas se organiza
la dirección de la Fábrica, nombrando como Jefe y Director general, a fin de
evitar discordias con otros Ministros de la Villa, al Alcalde Mayor, y
Gobernador del estado del Conde en el Reino de Valencia.
La ordenanzas 18 prohíbe expresamente
a los oficiales que se mezclaran los trabajos de los oficiales, ni entre
departamentos “oficinas”, que no se
hablen los unos a los otros con “ayre de
corrección, pues a lo sumo por vía de amigable corrección permito se comuniquen
lo que notaren”.
Así en la ordenanza 19 se prohíbe los
sobrenombres impuestos, debiendo llamar a todos por su nombre, prohibiendo incluso
los gentilicios con los que se solía llamar a los extranjeros.
La rivalidad entre los diferentes
artistas que trabajaban en la Fábrica era manifiesta, en la historia de la Fábrica
existieron fuertes disputas muchas de la cuales necesitaron la intervención de
sus directores, del Alcalde Mayor e incluso del Juez Privativo de la misma,
cargo que recaía en el Gobernador de Castellón.
El empeño del Conde por llegar a
fabricar porcelana, propició la contratación de maestros extranjeros, a partir
de 1750, sin duda estos debieron de
entrar en conflicto con los empleados de la fábrica pertenecientes a la primera época.
En el año 1751 se contrata a M. F.
Haly de nacionalidad francesa con el objetivo de conseguir la fabricación de
porcelana, a este le siguió el sajón Christian Knipffer que fue contratado en
1764, con el compromiso de fabricar porcelana en el término de seis años, en un
contrato en el que el Conde a parte determinar el sueldo que debía de cobrar,
se comprometió a pagarles doscientos pesos, por sus secretos sobre la
fabricación de la porcelana.
Knipffer no consiguió fabricar
porcelana dura en la fábrica de l’Alcora, por lo que el 1 de octubre de 1774,
el Conde que ocupaba por entonces el cargo de embajador en París, contrató al
francés M. François Matin, con un sueldo de 100 libras mensuales, es la
peripecia vital de este personaje la que vamos a relatar en este trabajo.
La primavera- pequeña escultura de porcelana atribuida a F. Martin |
Aunque no existe constancia
documental, parece ser que a Martin lo contrato directamente el mismo Conde,
esto hizo que dentro de la fábrica su persona fuera considerada muy por encima
del rango que le hubiese correspondido como director del ramo de la porcelana,
sin embargo el mismo Conde había cursado instrucciones al Director y Alcalde
mayor de la villa D. Juan Villalonga, para que le asignase un operario como
asistente, con la misión de espiarle y copiar todas las formulas que
experimentase, Escrivá de Romaní en su Historia de la Cerámica de Alcora Pg 97
informa de la existencia de un cuaderno, en cuya cubierta se leía “Observaciones que hacía sobre las mezclas
usadas por M. Martin, Gabriel Andrés”.
En todos los documentos en que se
menciona a François Martin se antepone a su la letra M. desconocemos si hace
referencia a un primer nombre, o que por su condición, al haber sido contratado
por el mimos Conde se le otorga el tratamiento de Monseiur.
Al llegar Martin a l’Alcora el
Director de la Fábrica era Mamés Lalana, con el mismo parece que las relaciones
de Martin fueron normales no constando de que existiese ninguna fricción entre
ellos, Knipffer siguió en la Fábrica durante el periodo en que estuvo Martin, lo
que hace suponer, que dado el carácter altanero de Matin, las relaciones entre ambos debieron ser
conflictivas.
En 1778 la Dirección de la Fábrica
paso a manos de Marcia Guirandeta, la dirección ejecutiva la siguió ostentando
D. Juan Villalonga como Alcalde Mayor de la villa, tal vez por los escasos
progresos que se obtenían en la fabricación de porcelana, el enfrentamiento
entre Guirandeta y Martin fue constante, Martin consiguió que varios oficiales,
descontentos con los procedimientos de Guirandeta, entre ellos Joaquín Ferrer y
José Nebot amigos y protegidos de Martin, firmaran dirigido al Conde un
memorial de quejas en el año 1782, que
Martin se encargo de presentar, viajando expresamente a París.
El invierno |
El 24 de Junio de 1782, el Conde
escribe una carta su apoderado general D. Pedro Abadía, residente en Zaragoza,
de que Martin pasaría por esa ciudad, encargándole que le acompañara a l’Alcora,
para examinar las “cosas de la Fábrica y
poner el remedio para la paz entre sus operarios”.
No tenemos constancia de que Pedro
Abadía viajase a l’Alcora, el Conde escribió así mismo a Guirandeta
comunicándole la llegada de Abadía y las instrucciones que llevaba, y este
presento la dimisión de su cargo marchándose de l’Alcora, siendo nombrado
segundo Director otro Abadía, D. Jerónimo, siguiendo D. Juan Villalonga como
Alcalde Mayor en el cargo de director general.
El asunto del memorial y la forma con
que fue presentado al Conde directamente por Martin, saltándose la autoridad de
Villalonga, debió de enemistar a ambos personajes, posiblemente dada a la relación de Martin con el Conde, Villalonga no se atrevió a actuar
directamente contra él, pero es de suponer que debió de ser el primer instigador
de la maquinación que se urdió en contra de Martin, delatándolo ante a la
Inquisición.
Aunque el proceso finaliza después de
muerte de Martin en 1786, su inició se remonta al 7 de Enero de 1784.
Podemos distinguir dos periodos bien delimitados
en el proceso, en primer lugar el que se corresponde a las declaraciones que
comienzan el Enero de 1784, en relación a una delación por sospechoso en la Fe,
que por medio de una carta hizo el Vicario perpetuo de la Villa al tribunal, en
la que aparte de dar cuenta de la denuncia realizada por Francisco Gil, se
observaba que el comportamiento de Martin no era contrario a la Ley y que en el
año 1973 cumplió con los preceptos de confesión y comunión.
La acusación consistía que en una
conversación mantenida el 14 de Diciembre de 1783 en casa del Gobernador de la
villa, se trato sobre los padecimientos que por motivo de las prolongadas
lluvias[1]
sufrían las buenas gentes del pueblo, opinando alguien de los presentes que “el Señor alos buenos los afligía en este
Mundo, y que a los malos los prospera,
porque estos vastante castigo tendrán en el Infierno” a lo que replico Martin si se “ que eso hallá lo veremos, ahun no ha venido
de hallá ninguno que nos lo diga”.
Sobre esta conversación se montó toda
la primera parte del proceso, se llamó a declarar a los presente en dicha
conversación, el primero el denunciante Francisco Gil de 25 años yerno del Gobernador
¿Villalonga?, que confirmó los términos de la conversación, indicando que se
hallaban en la misma también D. Joaquín Alonso, Gerónimo Badía.
D. Joaquín Alonso declaró que una
sola vez había hecho tal comentario Martin, y que él lo reprendió, diciéndole
que eso era lo que decía la Iglesia, opinado que Martin lo dijo sin odio ni
mala voluntad, indicado que asistía a la conversación a parte de Francisco Gil,
D. Manuel Moya, presbítero y organista.
El día 14 de Enero de 1784 fue
llamado a declarar D. Manuel Moya de 46 años, a la pregunta sobre si había oído
que se formulaba en la acusación contesto que “oyó que hablaron alguna cosa de lo que expresa la pregunta, pero
considerándose de poca memoria, y que no puso fundamento de lo que hallí se habló
no puede declarar con certeza, lo que expresa la pregunta ni del tiempo ni día
enque pasó”.
El 14 de Febrero de 1784, el tribunal
recibió una carta de Fray Antonio de Jesús, Calificador del Santo oficio en
Vila real, en la que daba cuenta de que el día 30 de Enero “sele había presentado Martin muy conturbado
y afligido diciendo que el en Catholico Romano e hijo de Catolicos, pero que
tal vez o por chanza o ignorancia había proferido alguna proposición sospechosa,
las que destesta de todo corazon” el Calificador informo que tras haberlo
examinado, encontró en todo señal de sinceridad y verdadero arrepentimiento.
De los comentarios que hicieron las
personas que participaron en las declaraciones a excepción de Francisco Gil, disculpan a Matin no dando mayor importancia
al comentario, incluso el vicario perpetuo de la villa en la carta que envía al
tribunal, remarca el normal
comportamiento de Martin y de su cumplimiento de los preceptos de la Iglesia,
sorprende la declaración de Mosen Manuel Moya, organista de 34 años, el cual se
declara corto de memoria,
cosa extraña debido a su edad y profesión. Con la vaguedad de las
declaraciones y la opinión del Calificador del Santo Ofició, el tribunal no
halló motivo para condenar, dejando en suspenso el proceso.
Sin embargo los enemigos de Martin no
se dieron por satisfechos y Abril de 1785, vuelve a escribir al vicario
perpetuo al tribunal en la que según D. Francisco Gil haciendo referencia a
Juan Garcés, empleado de la fábrica, el cual había comentado que en sus
presencia y el de otras personas Martin había dicho que no existía ni Infierno
de Purgatorio, reabriendo el proceso.
La peculiaridad de esta segunda parte
en la cantidad y el tipo de personas que son llamadas a declarar, así se cita a
declarar a Juan Garces, empleado de la Fábrica, su mujer Paula Benages, María
Piñol, empleada de Martin, a Joaquín Fuster empleado de la Fábrica y a su mujer
Mariana Vilar, a Vicente Felui oficial de la Fábrica, María Casanova, José
Montoluy y José Aycar ambos oficiales de
la Fábrica, Fernanda Juan casada con Montoluy y Juan Falco diacono.
Las declaraciones pasan por la
negación del Infierno y del Purgatorio, que Mariana Vila oyó que profería
Martin hacia cuatro o cinco años, que bailaba delante de un espejo leyendo
libros y haciendo posturas diabólicas, que declaro su criada María Piñol, que
en verano cuando estando tomando el fresco a la calle y comenzaba el rezo del
rosario, se iba a su casa para no rezar, que los pobres no debían pedir por
amor a Dios, pues este no existía y no podía tener la culpa de lo que los
sucedía, y que no debían de responder que Dios te lo pague pues Dios no tenía
dinero, que no existía en otro mundo y que lo que convenía era tener en este,
buena comida, buena mujer y buen dinero, María Montoliu declaró que hacía seis
años a fin de tentarla le había dicho que “lo
de la mujeres era licito” estas y algunas cosas mas de este estilo fueron
las declaraciones que figuran en la documentación del proceso.
El proceso se prolongo durante todo
el año de 1785, la presión sobre Martin fue constante durante este periodo, no
tenemos constancia de la fecha de su muerte, pero a tenor de la carta que
recibió el tribunal con fecha 20 de Mayo de 1786, remitida por Jorge Garcés,
escribano de la villa esta debió de producirse a finales de Abril o principio
de Mayo, sabemos que Martin se suicidó colgándose de un algarrobo, Escriva de
Romaní sugiere que fue por no haber conseguido fabricar la porcelana, pero en
realidad fue, que no pudo soportar la zafiedad que se desprende de su proceso.
La transcripción que de la carta que
Jorge Garcés figura en el proceso nos nuestra el estado en que se hallaba
Martin. Transcribimos:
“En 20
de maio del mismo año (1786) se recibió en el tribunal una carta de Jorge
Garces, Escribano de la Villa de Alcora con fecha de 29 de Abril, porlaque dice
que aquel día por la mañana había pasado en casa de M. Martin y que le había
hallado mui inquieto, diciendo que había sido llamado por el tribunal dele
Inquisición, y que no quería ir, por no pasar por el desdoro, que de ello podía
seguírsele, y que procurándole persuadir que antes seria honor el comparecer,
(si era cierto que estaba llamado) que le respondió que primero, que primero consentiría le escopetasen
quatro Fuseleros, que el que se presentase, que era vergüenza de un Rey de
España mantener semejante tribunal, por el que no puede haber ningún Artista, a
causa de que a qualquiera por una Patanata , le mandan presentarse y que
diciendo quan necesario era en España el Sto. Tribunal para mantener la
Religión Ctholíca, respondió una cosa fea. Que también ablo otras proposiciones
sobre si le había acusado este o el otro, tratándolos injustamente, y que dado
caso lo haya echo el confesor, que este sela componga, que el negará diciendo
que todo es falso, por más que le atormenten.
Con la carta de Jorge Garcés, termina
la redacción del proceso, en la cabecera del mismo, consta la sentencia, la que
se produjo después de la muerte de Martin, en la misma se le califica de hereje
y se insta a seguir su causa hasta definitiva contra su memoria y fama, y a que
se le secuestren sus bienes.
Sentencia del proceso contra Francois Martin. |
[1] En año
1783 por motivo de la erupción del volcán Laki en Irlanda, el verano en el
hemisferio norte fue extraordinariamente fresco, en el otoño se produjo un
intenso temporal de lluvias que en la
Plana de Castellón empezó a mediados de septiembre y se
prolongó hasta finales de diciembre.
Molt interessant.
ResponderEliminarUna labor encomiable la teua.