La constancia mas antigua que
poseemos sobre la celebración del mercado del miércoles en l’Alcora, es el otorgamiento por Jaime II de Aragón a petición de
Juan Jiménez de Urrea de la autorización para la celebración de dicho mercado
el día 4 de mayo de 1.306, cinco meses después de la concesión de la Carta Puebla.
En un principio el mercado se debió
de celebrar en alguna calle o plazuela dentro de lo que era el perímetro comprendido
en el interior de la muralla, bien en la plaza de la Iglesia, la plazuela del
Patio, la plaza del Carragol o en cualquier de las estrechas calles Mayor,
Enmedio o Moros.
Mercado en 1.912 |
En el siglo XIX tanto Madoz como
Mundina hacen referencia a la celebración del mercado en la Plaza llamada de Loreto ya
para aquella época ubicada en el centro de la población. Sarthou Carreres en 1.912
la sitúa en la plaza Loreto la que denomina plaza del Mercado, aportando una
magnifica foto del mismo.
En los años cincuenta del siglo XX el
mercado se seguía celebrando en la plaza Loreto, (actual plaza de España)
pasando con posterioridad a la plaza de San Roque, antes de ser trasladado a su
actual ubicación en la calles General Federico Michavila Pallarés y adyacentes,
en la parte de pueblo conocida popularmente como “le Eres”.
El Mercado sobre en década 1980
Foto cedida por Peter Bollschweiler
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Detalle del mercado en 2.012 |
Debido a mis obligaciones laborales
no había recorrido al mercado desde mi infancia cuando se celebraba en la plaza
Loreto, hasta que me jubilé en el año 2.008. En un principio casi fui forzado
por la petición de mi esposa para que le ayudara a llevar la compra. Consideraba
que era una fragante perdida de tiempo el pasar una o dos horas comprando en la
caótica sucesión de puestos de vendedores repartidos por el par de calles que
ocupa el mercado, y distribuidos sin ninguna lógica.
Os tengo que confesar que en estos
años, me he habituado a recorrer el mercado todos los miércoles, pasando para
mí de ser una obligación a ser una diversión.
Poco a poco he ido conociendo la
ubicación de los puestos, a los vendedores sus productos y técnicas para
conseguir las ventas.
El mercado lugar de encuentro |
Lo que primero que me llamo la
atención fue la cantidad de productos que se ofrecían en el mercado, desde ropa
de una buena calidad, a montones de toda clase de prendas a precios de
verdadera ganga, bisutería, bolsos toda clase de zapatos, frutas, verduras ,
menaje de cocina, especias, dulces, fiambres, jamón ,en fin de todo lo que
podamos imaginan.
Tenemos a antiguos agricultores que empezaron
vendiendo solo sus productos y que ha evolucionado en comerciantes, esto para
dar la imagen de que venden productos de la tierra suelen seguir llevado algún
producto producido por ellos mismos.
Los comerciante de siempre con su
bien presentados puestos, mostrando su productos como si de establecimientos
permanentes se tratara.
Incluso viveristas que venden toda
clase de plantas, tanto para jardín como para los huertos a los aficionados a
la horticultura.
Los nuevos vendedores musulmanes que
los mismo te venden ropa que zapatos o bisutería, expresándose tanto en
valenciano, castellano o árabe.
Se puede observar toda clase de vendedores,
desde los que vociferan sus ofertas, los que mantienen a sus clientes por su
paisanaje, los que basan su oferta en la confianza que año tras año han ido
creando en los lugareños, en fin toda clase de personas con una sola finalidad,
conseguir las suficientes ventas para mantener su negocio.
Puesto de fruta |
Desde mis primeras visitas al
mercado, me llamo la atención un puesto de salazones, y encurtidos. La
impecable colocación de los productos la pulcritud del mantel que como caso
excepcional se extendía sobre la mesa, así como en su frontal, y sobre todo el
aspecto de la pareja que atendía el puesto, serio, con un delantal blanco
impoluto, un gorrito también blanco él, con un delantal con una vuelta de tira
bordada ella.
Toda la buena impresión que causa la
pulcritud del puesto queda eclipsada por la exquisitez en que son tratados los
productos, parece que se los quieren tanto que hasta sienten el desprenderse de
ellos, si compras un trozo de bacalao es tratado con tanta suavidad que no
parece que estén cortando la pieza sino que la están acariciando, no creo que ningún
joyero del mundo sea capaz de colocar en su estuche una preciosa joya con tanta
suavidad y delicadeza como este tendero envuelve una sardina salada en un
papel.
Cada miércoles el mercado vuelve a l’Alcora,
con sus puestos, con sus personas y repito mi paseo observando y disfrutando
del caudal de humanidad que por el transcurre.
L’Alcora Junio 2012
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