El conde de Aranda
Personaje complejo y polémico
En 1792 el
diarista Luengo[1]
escribía sobre el Conde de Aranda “ahora
como siempre, este ambicioso conde de Aranda no ha sido más que un hombre que
ha servido a la voluntad e intereses de otros que lo han manipulado a propósito
para sus fines, y pasada la necesidad se le abate y no se hace caso de él.”
.
“Para la
empresa material de desterrar a la
Compañía de Jesús de todos los dominios de S.M., se creyó
oportuno el conde de Aranda por su intrepidez de soldado, y para este fin le
exaltaron los verdaderos enemigos de los jesuítas, como Roda, el P. Osma,
Campomanes y otros. Poco años después, como ya no tenían necesidad de él para
llevar adelante la cosa jesuítica, los mismos que le habían exaltado lo
abatieron y lo echaron de Madrid.”
“Ahora, en la
deposición de Floridablanca [febrero 1792], se creyó conveniente poner en su
lugar a este conde de Aranda, porque a fin y al cabo, siendo un hombre anciano
que había estado por mucho tiempo con las manos en los negocios más
importantes, fácilmente se persuadirían todos que era muy a propósito para
suceder a Floridablanca. Pero esta
necesidad pasó presto, y los que le ensalzaron (y son los que están en privanza
de la reina Mª Luisa), juzgaron llegado el momento en que se podían sin él, y
le han obligado a que, contra su gusto, presente la dimisión de Secretario de
Estado. ¡Infeliz conde de Aranda! Toda la vida la ha pasado agitado por la
ambición de mandar, y nunca ha podido lograrlo sino por poco tiempo, y a costa
de hacerse esclavo de unos hombres de una esfera muy inferior a la suya”la
cita es lo bastante elocuente mostrando la figura polémica del conde.
Embajador en París
El enfrentamiento del Conde de Aranda con Campomanes, su hostilidad con el
primer ministro, marqués de Grimaldi y
las “salidas” de su carácter rudo y testarudo, el cual no reprimía ni ante el
mismísimo Rey Carlos III, forzó al Conde de Aranda a abandonar la presidencia
del consejo de Castilla y aceptar el “dorado ostracismo” de la embajada de
París, donde estuvo catorce años desde 1773-1787.
Para estudiar la estancia del conde como embajador en París y su
actuación, es preciso hacer referencia la situación de las relaciones entre España, Francia e Inglaterra en dicha
época.
España y Francia mantenían un tratado llamado Pacto de Familia firmado el
15 de agosto de 1761, que según Floridablanca había conducido a España a una
guerra ruinosa, cuyos resultados abocaron en el “vergonzoso Tratado conocido como La Paz de Paris 1763”
en el que España tuvo que reconocer a Inglaterra, sus posiciones de Gibraltar y la isla de Menorca, cedidas en virtud del Pacto de Utrercht de 1.713.
Durante el mandato de Grimaldi 1763-1777, la sumisión de España a la
política exterior de Francia fue total, el embajador de Austria en Madrid
informaba a su corte “que los negocios concernientes a España y Francia en
común, se deciden según el capricho de esta ultima nación”.
Floridablanca a pesar de que ara contrario al “Pacto de Familia” no lo
denunció y siguió con la política de sumisión a Francia practicada por su
predecesor-
Aranda conocía al dedillo los entresijos de las relaciones internacionales
y pensaba que “Con la
Francia paz, pero no amistad, ni alianza” en 1761 llegó a
opinar públicamente que “Siempre considerado a los ingleses como a nuestros
precisos enemigos, por razón de intereses; y a los franceses, como a nuestros
peores amigos, a pesar de la estrechez de sangre que reina”.
A pesar de la aureola que le confería a Aranda el título de “embajador de familia”
un sujeto que estaba imbuido de tales ideas políticas no podía gozar de la
confianza de los ministros franceses d’Aiguillon y Vergennes, que se saltaban a
Aranda en su relaciones con España.
Por otra parte Aranda tenía de menos a los recién ennoblecidos ministros
franceses, él era dos veces Grande de España por nacimiento.
Todo este entramado rebela la situación real de Aranda en París, Grimaldi enemigo declarado del conde hacía
todo lo posible para dejar al conde a la intemperie, no cubriéndole con su
respaldo ministerial, ocultándole datos e informes clave, obligándole a actuar
a tientas, tras ser sustituido Grimaldi por Floridablanca, podría pensarse que
esta situación variaría, este no tenia motivo alguno para estar enemistado con
Aranda pero siguió tratando al conde
igual que su predecesor.
Ninguno de los dos ministros se fiaba de las iniciativas personales “ocurrencias” de Aranda, que actuaba a veces
sin atenerse a las instrucciones recibidas desde Madrid.
Francia declaró la guerra a Inglaterra en 1778, y concluyó un tratado de
alianza con los Estados Unidos de América, contra la opinión de Floridablanca,
forzando a España a entrar en la guerra en virtud del “Pacto de Familia”.
España declaró la guerra a Inglaterra el 16 de Junio de 1779, apoyando a
las colonias americanas, como una forma de proteger las posiciones españolas en
el Continente.
Previamente España había enviado a Londres una propuesta de mediación en
el conflicto, que fue rechazada en marzo de 1779.
Aranda era partidario de una política neutral, pues su desconfianza con
Francia era manifiesta. A pesar de su oposición a la guerra y una vez
declarada, envió un memorando a Madrid con un plan militar para invadir
Inglaterra directamente postulándose como General en Jefe del ejército que
tenía que llevar a cabo la invasión.
Posiblemente como consecuencia de tan peregrina idea Floridablanca
siguiendo indicaciones de Carlos III, envió al embajador francés en Madrid la
siguiente nota “Señor Embajador, escribir
a vuestro ministro, conde de Vergannes, de mi parte, que se guarde bien de
entregarse a las ideas del conde de Aranda. Este embajador mío tiene la cabeza
llena de proyectos, que nunca llegan a nada a fuerza de cambiarlos. Es lo que
ocurrió en Portugal, cuando él mandaba mi Ejército en aquél frente. Que esto
que os digo quede entre el Rey [Luis XVI], el ministro Vergennes y vos; pero
estad persuadido de que el conde
Aranda es capaz de querer cambiarlo todo, por amor propio, para poder decir a
continuación que todo iba mal cuando no se le consultaba a él, y que no se
había concebido ningún plan razonable hasta después de adoptarse el suyo”,
a partir de esta comunicación Vergennes a parte de no tener ninguna
consideración ante el Embajador, debió de tener la misma con un país que
desautorizaba de esta manera a sus representantes.
Lo reseñado aunque no cubre toda la historia de la estancia del conde
Aranda como Embajador de París, si que nos da una visión general sobre la
difícil labor del conde como embajador, a la errática política exterior que
realizaba la monarquía española en el siglo XVIII.
La visión de la situación internacional en la época y su percepción de la
importancia que los hechos que se estaban produciendo, la podemos deducir del
memorando que sobre la independencia de las colonias inglesas americanas,
remitió a Carlos III, (anexo) después de firmar los tratados de París de 1783,
uno de los cuales reconocía la independencia de las colonias inglesas y otro en
el que se firmaba la paz entre Inglaterra, Francia y España que recuperaba la isla de Menorca.
En 1787 Aranda volvió a Madrid, dedicándose a conspirar en contra del
primer ministro Floridablanca, sobre todo a partir de la muerte de Carlos III
en 1788.
Tras la muerte de Carlos III y la caída de Floridablanca, Aranda fue
llamado por Carlos IV, para que desempeñara las funciones de primer ministro en
1792, quizás dentro de una maniobra de
la reina Maria Luisa para facilitar la
ascensión de su favorito Godoy.
Sobre Jesuitas enciclopedistas y masones
Al realizar un trabajo sobre la figura del X Conde de Aranda, es obligado
el referirse al aspecto que más polémica ha suscitado entre los historiadores
son, su posible pertenencia a la masonería, su amistad con Voltaire y su
participación en la expulsión de los jesuitas.
Este aspecto del Conde de
Aranda más tergiversado de su biografía, decía el profesor D. José A. Ferrer
Benimeli[2]
en una conferencia pronunciada en Huesca en 1975 que dentro de la falsa historiografía de
buenos y malos de vencedores y vencidos, al conde de Aranda le ha tocado
desempeñar siempre el papel de “malo”. Rara vez se le menciona si no es para
recordar su carácter enciclopedista y volteriano, su enemiga a los jesuitas, su
amistad con los revolucionarios franceses o su pretendida fundación de la
masonería española.
Es curiosa la definición
del conde que hace don Marcelino Menéndez Pelayo “Militar aragonés, de férreo carácter, avezado al despotismo inflexible;
Pombal[3]
en pequeño, aunque valía más que él, y tenía cierta honradez brusca al estilo
de su tierra; impío y enciclopedista, amigo de Voltaire, de d’Alembert y del
abate Reynal; reformador despótico, a la vez que furibundo partidario de la
autoridad real, si bien en sus últimos años miró con simpatía los
revolucionarios franceses, no mas que por su parte irreligiosa”.
Siguiendo con el profesor
Ferrer nos dice que esta actitud no es sólo patrimonio del conde de Aranda,
sino que todas las figuras mas representativas del movimiento ilustrado español
son encuadrados dentro de un cuadro tópico, de que la ilustración se da la mano
con el enciclopedismo, volterianismo, los ataques a la Iglesia Católica,
etc.
Este visión sobre el
perfil político del conde Aranda que en la actualidad nadie consideraría como
negativo, fue dentro de la dinámica de la dos españas, una calificación
negativa por parte de la España
más conservadora, que consideraba al Conde como uno de los personajes mas
nefastos de la historia de España.
En una edición de la Historia Universal,
publicada por el Instituto Gallach de Barcelona, edición anterior a 1975 se
dice: D. Pedro Abarca de Bolea “impío y enciclopedista, íntimo amigo de
Voltaire, gran maestre de la masonería y principal realizador de la conjuración
contra los jesuitas”. Esta era la versión “oficial” de Aranda.
El profesor Ferrer, en la
conferencia reseñada, nos ofrece una imagen del “otro” conde de Aranda. “De ese
que no fue tan impío ni enciclopedista como se dice; que tampoco fue amigo de
Voltaire, ni por supuesto gran maestre de la masonería, y que ni siquiera fue
enemigo de los jesuitas, sino más bien lo contrario.
Tras esta afirmación hace una revocación de los tópicos de la
versión “oficial” sobre el conde.
Afirma que la amistad con
Voltaire no fue tan intensa como pretenden los autores conservadores, aunque si
que existen referencias que en su estancia como embajador en París (1773-1787)
estuvo en contacto con Voltaire, Condorcet y otros enciclopedistas, tomó parte
en la expulsión de los jesuitas pero no fue el principal artífice, no existe
documentación que de constancia al aspecto enciclopedista con lo de “impío” o
“irreligioso” lleva consigo este epíteto. Y sobre todo no existe ninguna
evidencia que lo relacione con la masonería.
El profesor Ferrer dice que
Konetzke [4] y a
Jacqueline Chaumié[5] ,
salen por los fueros de Aranda en las siguientes citas. “Se ha cometido un error-dice el primero al
tomar a Aranda como un liberador espiritual de la humanidad, y en política,
como un discípulo aventajado de Voltaire y de los enciclopedistas. En Aranda,
los pensamientos de la ilustración eran el medio, no el fin del poder, y cuando
amenazaron o estrecharon el poder del monarca, exigió contra ellos una lucha
decidida”. Y Chaumié ataca a los que le han acusado, sin razón, de ser
partidario de la revolución, cayendo en el error de hacer del conde “un
jacobino, discípulo de Voltaire y los enciclopedistas, siendo así que Aranda es
ante todo un español, que desconfiaba de todo lo que venía del otro lado de los
Pirineos”.
De la pertenencia del
Conde Aranda a la masonería, a pesar de que hemos encontrada mucha información
en Internet, sobre todo en paginas web pertenecientes a varias logias
masónicas, e incluso hemos localizado una logia constituida en Zaragoza con
fecha 2.002, con el nombre de “Respetable Logia-Conde de Aranda”, no hemos
encontrado ningún documento que la confirme.
En cuanto a la expulsión
de los jesuitas, quizás no fue el Conde de Aranda el principal promotor pero
como Presidente del Consejo de Castilla, tuvo que dar las órdenes para hacerla
efectiva.
En cuanto a su relación
con Voltaire, lo único constatado es que Voltaire le envió una carta junto a un
reloj fabricado por el mismo, no se sabe si como regalo o como modelo para
conseguir el permiso para su venta en España,
Su simpatía hacia los revolucionarios franceses, es
una cuestión que se le ha recriminado desde las posturas mas conservadoras,
esta razón es la que esgrimió Godoy para desplazarlo como Secretario de Estado,
llegando a decir que su oposición a la guerra de la Convención, no se
basaba en su visión realista de las posibilidades del ejercito español de
enfrentarse al francés, como el desarrollo de la guerra vino a confirmar, sino
en su supuesto apoyo a los revolucionarios.
Contesto Histórico
Es imposible la comprensión de la trayectoria de
cualquier personaje histórico si en desligado de su contesto, en el caso del X
Conde de Aranda, D. Pedro Pablo Abarca de Bolea y Jiménez de Urea, la
complejidad de la época en que le toco vivir se refleja en la complejidad del
personaje, en su tiempo aparecieron la mayoría de las ideas conforman el actual
pensamiento de la sociedad occidental, así como los conceptos de organización
Política.[6]
Felipe V
La muerte el 1 de Noviembre de 1700 de Carlos II,
sin descendientes la y designación por el monarca de Felipe de Anjou y Borbón
nieto de Luis XIV, (segundo en la línea de sucesión en le trono de Francia),
para sucederle son dos sucesos capitales para comprender la historia de España
durante el siglo XVIII,
Guerra de Sucesión
La designación de Felipe de Anjou,no fue aceptada
por Austria e Inglaterra, que recelaban de la posibilidad de que recayeran en
una misma personas las coronas de España y Francia, pues esto conllevaría la
supremacía de las misma tanto en Europa como en América, estos propusieron como
rey al Archiduque Carlos de Austria, séptimo hijo de Leopoldo I, emperador del
Sacro Imperio Romano Germánico, lo que provocó lo que se ha venido a llamar la Guerra de Sucesión española
La guerra duro desde 1701 hasta 1715, si bien a
partir de 1713 solo Cataluña y Baleares se mantenían fuera del dominio de
Felipe.
La Guerra de Sucesión Española más que una guerra para
determinar quien ocuparía el trono de España, fue en una confrontación a nivel
europeo de su desenlace surgiría el
frágil equilibrio que condicionaría el posterior estatus político
europeo hasta la Revolución Francesa
y el advenimiento de Napoleón I en Francia.
El resultado de la guerra, que en España fue
favorable a Felipe V, mas por el abandono del Archiduque Carlos al ser nombrado
Emperador, que por éxitos del ejercito de Felipe V, en el resto de Europa se
decanto a favor de Austria los que forzó a los contendientes al pacto que se
reflejo en tratados de Utrecht y Rastadt,
Los tratado de Utrecht y Rasadt
Los tratados se
firmaron en 1713. Previa renuncia a sus derechos al trono de Francia,
Felipe V era reconocido como Rey de España por las ponencias europeas. España
cedió todos sus territorios en Europa. La isla de Menorca y la plaza de
Gibraltar fueron cedidas a Inglaterra, que obtuvo derechos aunque limitados a
negociar con las Indias Españolas. Esto representó la perdida del poderío
español en Europa, aunque siguió siendo la mayor potencia marítima de
Occidente. Los tratados de Utrecht y Rastadt marcaron el inicio de la hegemonía
británica.
Reforma del Estado.
Con la llegada de los Borbones, se inicia en España
una centralización administrativa, cuya mayor expresión son los Decretos de
Nueva Planta, que anulan las instituciones de los reinos (sobre todo de los
pertenecientes a la corona de Aragón) iniciando la castellanización con la
prohibición del uso del catalán en actos públicos y enseñanza.
Los Consejos de Indias, Aragón, de Hacienda, etc.),
se reducen al Consejo de Castilla. Se reforma la administración territorial, la Hacienda, el Ejército y la Armada.
Fernando VI
Fernando VI,el Prudente, Rey de España desde 1746,
no fue un hombre de gran talento, pero se rodeó de excelentes colaboradores,
que supieron aprovecha la situación manteniendo la neutralidad ante los
conflictos entre Francia e Inglaterra, lo que propició una prolongada paz,
situación que fue aprovechada por sus ministros, marques de la Ensenada y José de
Carvajal, para proseguir la política reformista y los esfuerzos de
reconstrucción interna iniciados en el reinado de Felipe V. La política
americana fue muy productiva durante su reinado con una aportación muy
significativa a las arcas del reino. En 1.753 firmó el Concordato con los
Estados Pontificios muy beneficioso por el control que sobre la Iglesia se le otorgaba al
monarca.
Pactos de Familia.
La pertenencia de la monarquía francesa y española,
a la misma dinastía propicio la firma de los llamados pactos de familia entre
ambas, el primer Pacto de Familia se firmo el 7 de noviembre de 1733 , entre
Felipe V de España y Luís XV de Francia,
el segundo el 25 de Octubre de 1743 por los mismos firmantes que el
primero, el tercero fue firmado en nombre de Carlos III y Luís XV por Grimaldi
y Choisel, el 15 de Agosto de 1761, este tercer pacto es el que mas nos importa,
pues estaba en vigor durante su estancia de Aranda como embajador en Paris.
Según el acuerdo “Quien ataca a una Corona, ataca a la otra” y “Cada una de las
Coronas mirará como propios los intereses de la otra su aliada”, en sus
cláusulas se detallan los medios y hombres que cada corona ponía a disposición
de la otra en caso de agresión.
La Ilustración.
La ilustración significo un gran movimiento que
transformo el pensamiento de la humanidad durante le Siglo XVIII, espíritu
critico, fe en la razón, confianza en la ciencia y afán didáctico, fueron los
distintivos de la misma. En España los ilustrados fueron una minoría culta
formada por nobles, funcionarios, burgueses y clérigos, su interés se centro en
la reforma y reactivación de la economía, critica moderada a algunos aspectos
de la realidad del país, y por las nuevas ideas políticas liberales.
Su apogeo se produce en el reinado de Carlos III,
con personajes tan importantes, como Campomanes, Jovellanos, Capmany, Cabarrús,
Floridablanca o el propio Aranda.
Carlos III
Carlos III era hijo de Felipe V y Isabel de
Farnesio era el tercer hijo del rey, por
lo que sus posibilidades de ser Rey de España eran muy remotas, heredó de su
madre los ducados de Parma, Plasencia y Toscana, pero tras la conquista por
Felipe V en 1735 del Reino de Nápoles y Sicilia paso a ser rey del mismo, con
el nombre de Carlos VII, tras la muerte en 1759 de su hermano Fernando VI sin
descendencia pasó a ocupar le trono de España, durante su reinado la política
exterior de España estuvo ligada a la francesa en virtud de los pactos de
familia , participando en la
Guerra de los Siete Años en un intento de frenar la expansión
británica en América tras la ocupación de Honduras y Québec, y en la Guerra de independencia de
los Estados Unidos.
Despotismo Ilustrado
Con la colaboración de ministros ilustrados como
Marqués de Esquilache, Aranda, Campomanes, Floridablanca, Wall y Grimalde,
realizo importantes cambios, siempre manteniendo el orden social, político y
económico básico. La transformación del país durante el reinado de Carlos III
fue muy importante y abarco todos los ámbitos, tanto económicos como
artísticos., al final de su reinado en 1788 empiezan revelarse los limites del
reformismo, con el empeoramiento de la economía.
Carlos IV
Carlos IV (El cazador), sucedió a su padre Carlos
III, al morir este el 14 de diciembre 1.788, era considerado el príncipe mejor
preparado de su tiempo, pero los hechos acaecidos durante la Revolución Francesa
en 1789 le desbordaron, su falta de energía personal, hizo que el gobierno
estuviese en manos de su esposa Maria
Luisa de Parma y de su valido Manuel Godoy, su reinado transcurre en su mayor
parte después de la muerte de nuestro personaje
La Revolución Francesa.
En 1789 se produce la Revolución Francesa,
este suceso condicionara la historia de Europa en el futuro, es destituido y
posteriormente ejecutado el rey de Francia Luis XVI, la política española
oscilará entre el rechazo mas absoluto a los revolucionarios franceses a los
pactos mas incondicionales.
En este contexto transcurre la vida del X Conde de
Aranda, un personaje tan complejo como la época que le toco vivir.
Conclusiones
El X Conde
de Aranda, el último Noble.
En un resumen sobre la vida del Conde de Aranda, podemos concluir que
fue un Grande de España, no solo de titulo sino de actitud y forma de vida,
llego a acumular mucho poder, su casa fue considerada “la quinta grande de
Aragón”, con un patrimonio muy amplio y valioso, llego a tener un gran poder
político, y fue un reconocido militar. Participó activamente en la vida
política de su época, logrando grandes éxitos
diplomáticos con la devolución por Gran Bretaña de la isla de Menorca, y
una amplia participación en el fin de la guerra de Independencia de los Estado
Unidos.
En un análisis mas profundo de la vida de Aranda, podemos llegar la
conclusión de que el era consiente de que era el último de su estirpe, no solo
de su familia sino de su clase, la del Noble que ponía mas empeño en mantener
su rango que en conservar su patrimonio. En su participación en la vida
pública, considero antes el honor que el medro, en su estancia en Paris el
mantenimiento de la dignidad correspondiente a un representante de una gran
potencia como era España le costó más que ingresó.
Su preparación y conocimientos así como sus experiencias personales le
dieron un profundo conocimiento de su época y una clara visión de los cambios
que se estaban gestando.
Aunque era conocedor de los grandes cambios que se estaban produciendo
en Europa su sentido de la tradición y su fidelidad a la monarquía absoluta,
confieren a su personalidad una cierta ambigüedad.
Su orgullo de clase le impidió evolucionar y adaptarse a la nueva
situación, no siendo capaz de congeniar con los advenedizos personajes que
dominaron la política, como Floridablanca, y sobre todo Godoy quien junto a la
reina Mª Luisa de Parma, lo utilizaron miserablemente cuando ya era un anciano.
No sería descabellado pensar,
que el X Conde de Aranda, fue un personaje complejo, que vivió su vida
en una constante dicotomía entre lo que debía de hacer como miembro de la Nobleza y lo que
consideraba que se debía de hacer según su pensamiento ilustrado.
Anexo: Memoria del Conde de Aranda, sobre la independencia de América.
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Memoria secreta presentada al rey Carlos
III por S.E. el conde de Aranda, sobre la independencia de las colonias
inglesas, después de haber firmado el tratado de París de 1783.
"Señor: mi amor por la persona augusta de
V.M., el reconocimiento que le debo por tantas bondades con que ha querido
honrarme, y el amor que tengo á mi país, me obligan á comunicar a V.M. una idea
á la que doy la mayor importancia en las presentes circunstancias.
Acabo de hacer y de firmar, en virtud de las
órdenes y poderes de V.M., un tratado de paz con la Inglaterra. Esta
negociación que según los testimonios lisonjeros, verbales y por escrito que de
parte de V.M. he recibido, me ha dado motivo para creer haberlo desempeñado
conforme sus reales intenciones, ha dejado en mi alma, lo confieso áV.M., un
sentimiento penoso.
La independencia de las colonias inglesas ha
sido reconocida y esto mismo es para mí un motivo de dolor y de temor. La Francia tiene pocas
posesiones en América, pero hubiera debido considerar que la España, su íntima aliada,
tiene muchas, que quedan desde hoy expuestas á terribles convulsiones.
Desde el principio, la Francia ha obrado contra
sus verdaderos intereses, estimulado y favoreciendo esta independencia; muchas
veces lo he declarado así á los ministros de esta nación. ¿Qué cosa mejor podía
desear la Francia
que el ver destruirse mutuamente á los ingleses y á sus colonos, en una guerra
de partidos, la cual no podía menos que aumentar su poder y favorecer sus
intereses? La antipatía que reina entre la Francia y la Inglaterra cegó al
gabinete francés: olvidó que sus intereses consistían en permanecer tranquilo
espectador de esta lucha, y una vez lanzado en la arena nos arrastró
desgraciadamente consigo en virtud del pacto de familia, á una guerra
enteramente contraria á nuestra propia causa.
No me detendré ahora á examinar la opinión de
algunos hombres de Estado, así nacionales como extranjeros, con cuyas ideas me
hallo conforme sobre la dificultad de conservar nuestra dominación en América.
Jamás posesiones tan extensas y colocadas á tan grandes distancias de la metrópoli
se han podido conservar mucho tiempo. A esta dificultad, que comprende todas
las colonias, debemos añadir otras especiales que militan contra las posesiones
españolas de Ultramar, á saber: la dificultad de socorrerlas cuando puedan
tener necesidad; las vejaciones de algunos de los gobernadores contra los
desgraciados habitantes; la distancia de la autoridad suprema á la que tienen
necesidad de ocurrir para que se atiendan sus quejas, lo que hace que se pasen
años enteros antes que se haga justicia á sus reclamaciones; las vejaciones á
que quedan expuestos de parte de las autoridades locales en este intermedio; la
dificultad de conocer bien la verdad á tanta distancia; por último, los medios
que á los vireyes y capitanes generales, en su calidad de españoles, no pueden
faltar para obtener declaraciones favorables en España. Todas estas
circunstancias no pueden dejar de hacer descontentos entre los habitantes de la América, y obligarlos á
esforzarse para obtener la independencia, tan luego como se les presente la
ocasión.
Sin entrar, pues, en ninguna de estas
consideraciones, me limitaré ahora á la que nos ocupa sobre el temor de vernos
expuestos á los peligros que nos amenazan de parte de la nueva potencia que
acabamos de reconocer, en un país en que no existe ninguna otra en estado de
contener sus progresos. Esta República federal ha nacido pigmea, por decirlo
así, y ha tenido necesidad de apoyo y de las fuerzas de dos potencias tan
poderosas como la España
y la Francia,
para conseguir su independencia. Vendrá un día en que será un gigante, un
coloso temible en esas comarcas. Olvidará entonces sus beneficios que ha
recibido de las dos potencias, y no pensará más que en su engrandecimiento. La
libertad de conciencia, la facilidad de establecer nuevas poblaciones sobre
inmensos terrenos, así como las ventajas con que brinda el nuevo gobierno,
atraerán agricultores y artesanos de todas las naciones, porque los hombres
corren siempre tras la fortuna, y dentro de algunos años veremos con mucho
dolor la existencia amenazadora del coloso de que hablo.
El paso primero de esta potencia, cuando haya
llegado á engrandecerse, será apoderarse de las Floridas para dominar el Golfo
de México. Después de habernos hecho de este modo dificultoso el comercio con la Nueva España,
aspirará á la conquista de este vasto imperio, que nos será posible defender
contra una potencia formidable, establecida sobre el mismo continente, y á más
de eso limítrofe.
Estos temores son muy fundados, señor, y deben
realizarse dentro de pocos años, si acaso antes no acontecen algunos trastornos
todavía más funestos en nuestras Américas. Este modo de ver las cosas está
justificado por lo que ha acontecido en todos los siglos y en todas las
naciones que han comenzado á levantarse. El hombre es el mismo en todas partes:
la diferencia de los climas no cambia la naturaleza de nuestros sentimientos:
el que encuentra una ocasión de adquirir poder y engrandecerse, se aprovecha de
ella. ¿Cómo podremos, pues, nosotros esperar que los americanos respeten el reino
de la Nueva España,
cuando tengan facilidad de apoderarse de este rico y hermosos país? Una sabia
política nos aconseja tomar precauciones contra los males que puedan
sobrevenir. Este pensamiento ocupó toda mi atención, después de que como
ministro plenipotenciario de V.M., y conforme á su real voluntad y á sus
instrucciones, firmé la paz de París. Consideré este importante asunto con toda
la atención de que soy capaz, y después de muchas reflexiones debidas á los
conocimientos así militares como políticos que he podido adquirir en mi larga
carrera, creo que no nos queda, para evitar las grandes pérdidas de que estamos
amenazados, más que adoptar
el medio que tengo el honor de proponer á V.M.
V.M. debe deshacerse de todas las posesiones
que tiene sobre el continente de las dos Américas, conservando solamente las
islas de Cuba y Puerto Rico en la parte septentrional, y alguna otra que pueda
convenir en la parte meridional, con el objeto de que pueda servirnos de escala
de depósito para el comercio español.
A fin de llevar á efecto este gran pensamiento
de una manera conveniente á la
España, se deben colocar sus infantes en América: el uno como
rey de México; otro, rey del Perú, y el tercero, de la Costa Firme. V.M.
tomará el título de Emperador.
Las condiciones de esta grande cesión, deberán
ser que V.M., y los príncipes que ocuparán el trono español, en clase de
sucesores de V.M., sean siempre reconocidos por los nuevos reyes, como jefes
supremos de la familia: que el rey de Nueva España pague cada año, en reconocimiento
por la cesión del reino, una renta anual en marcos de plata, que deberá
remitirse en barras para hacerlas amonedar en Madrid ó en Sevilla. El rey del
Perú deberá hacer lo mismo en cuanto al oro, producto de sus posesiones. El de la Costa Firme enviará
cada año su contribución en efectos coloniales, sobre todo, en tabaco, para
proveer los almacenes del reino.
Estos soberanos y sus hijos, deberán siempre
casarse con los infantes de España ó de su familia. A su vez los príncipes
españoles se casarán con las princesas de los reinos de Ultramar. Así se
establecerá una unión íntima entre las cuatro coronas; y al advenimiento á su
trono, cada uno de estos soberanos deberá hacer el juramento solemne de llevar
á efecto estas condiciones.
En cuanto al comercio, deberá hacerse bajo el
pie de la mayor reciprocidad. Las cuatro naciones deberán considerarse como
unidas por la alianza más estrecha, ofensiva y defensiva, para su conservación
y prosperidad.
No hallándose nuestras fábricas en estado de
proveer á la América
de todos los objetos manufacturados, de que podría necesitar, será preciso que la Francia, nuestra aliada,
le ministrase todos los artículos que estuviésemos en imposibilidad de
enviarle, con exclusión absoluta de la Inglaterra. A este efecto, los tres soberanos, al
subir á sus respectivos tronos, harán tratados formales de comercio con la España y la Francia sin establecer
jamás relaciones algunas con los ingleses. Por lo demás, como dueños y
soberanos de Estados nuevos, podrían hacer lo que más les conviniese.
De la ejecución de este plan, resultarían
grandísimas ventajas. La contribución de los tres reyes del Nuevo Mundo
importaría más á la España
que la plata que hoy saca de América. La población aumentaría, pues cesaría la
emigración continua que hoy se nota en esas posesiones.
Ni el poder de los tres reinos de América, una
vez ligados por las obligaciones que se han propuesto, ni el de las España y
Francia en nuestro continente podrían ser contrarestados en aquellos países por
ninguna potencia de Europa. Se podría evitar también el engrandecimiento de las
colonias anglo-americanas, ó de cualquiera otra potencia que quisiese
establecerse en esta parte del mundo. En virtud de esta unión con los nuevos
reinos, el comercio de España cambiaría las producciones nacionales con los
efectos coloniales de que pudiésemos tener necesidad para nuestro consumo. Por
este medio nuestra marina mercante se aumentaría y la marina militar se haría
respetar sobre todos los mares. Las islas que he nombrado anteriormente,
administrándolas bien y poniéndolas en buen estado de defensa, nos bastarían
para nuestro comercio, sin tener necesidad de otras posesiones; en fin,
gozaríamos de todas las ventajas que nos da la posesión de la América, sin tener que
sufrir ninguno de sus inconvenientes.
Tales son, señor, mis ideas sobre este negocio
delicado: si ellas merecen la aprobación de V.M., entraré más detenidamente á
detallar sus pormenores; explicaré el modo de ponerlas en práctica, con el
secreto y precauciones convenientes, de manera que la Inglaterra no sepa
nada, sino cuando los tres infantes estén en camino, más cerca de América que
de Europa, y cuando ya no pueda oponerse. Este golpe sería terrible para esa
orgullosa rival, y prepararíamos con anticipación las medidas que se deben
tomar, para ponernos á cubierto de los efectos de su cólera.
Preciso es, para asegurar la ejecución de este
plan, contar con la Francia,
nuestra íntima aliada, que se prestará gustosa, viendo las ventajas que deben
resultarle del establecimiento de su familia sobre los tronos del Nuevo Mundo,
así como la protección especial de su comercio en todo ese hemisferio, con
exclusión de la Inglaterra,
su implacable rival. Hace poco tiempo que llegué a París, habiendo obtenido una
licencia temporal, para atender á mis asuntos personales. Si V.M. lo tiene á
bien volveré á continuar mi embajada, diciendo que mis negocios se han
concluido. Gozo de una consideración sin límites en esa capital; el rey y la
reina me honran con su afecto, y he observado bien y de cerca á sus ministros.
No sé si me equivoco, pero espero hacerles aceptar el proyecto propuesto, y
conducir su ejecución con el secreto y prudencia convenientes. V.M. puede
contar conmigo para las ocurrencias ulteriores de este proyecto, de la manera
que agrade á V.M., porque el que ha concebido una idea, es más propio para
ejecutarla que cualquiera otro. V.M. conoce mi celo y mi fidelidad; ninguno de
los asuntos que me ha confiado ha salido mal; tengo seguridad de que éste
tendrá buen éxito, si he de juzgar por el deseo inalterable que tengo de
consagrar mi reposos, mis intereses y mi vida en servicio de V.M."
[1]
M. LUENGO ; Diario de la expulsión de los jesuitas (63 Vols). [Archivo de
Loyola. Azpèita]
[2] JOSE A. FERRER BENIMELI: El
conde de Aranda, ese gran desconocido. Conferencia pronunciada en Huesca el
27 de octubre de 1.975 publicada en Internet .
José A. Ferrer Benimelli
(Huesca., 24-III-1934). Jesuita. Profesor Titular de Historia Contemporánea de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad
de Zaragoza. Es el mayor especialista en el tema de la masonería y Director del
Centro de Estudios Históricos de Masonería Española. La expulsión de los
jesuitas ha sido otro de sus centros de interés.
[3] Pombal/ Fue un político
portugues primer ministro de José I (1750-1777)
[4] KOBETZKE, HANS: Die politin del Grafen
Aranda, Berlin, 1929.
[5] CHAUMIE, JAQUEKINE: Lettres de Domingo
de Iriarte, Chargé d’affaires d’Espagne en France, au premier ministre, comtre
d’Aranda (juin-août 1792), Paris, “Annuaire Bulletin de la Société de l’Historie de
France”, 1944-45
[6]
Para este capítulo se ha utilizado como fuente, la Historia de España. De
Jorge Ventura Plaza y Janez 1976 III tono
super interesante
ResponderEliminarenriquecedora su lectura Vicente, gracias.
ResponderEliminarMolt bé Vicent!!!
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